martes, 20 de septiembre de 2022

Siempre invierno

Ya se volvió a oscurecer.

El viento agita los techos, la lluvia susurra incansable y el frío en mi pecho escarcha al mundo. Fuera de mi, el día está oscuro, frio, deprimente y la lluvia golpea con furia los tejados. Con la tempestad viene la necesidad de resistir, de buscar cobijo, calor, compañía... Pero el invierno no perdona. Las nubes ya no se fueron, el sol nunca volverá. 

Hubo sol alguna vez. Hubo una pausa en la tormenta. Ella fue el primer rayo de sol de este invierno. Ella fue el único rayo de sol de este invierno. Las flores crecieron, el mundo se llenó de color. Cada día era hermoso, siempre algo nuevo, la complicidad misma de sonreírle a la vida. Fui feliz, quizás, en las semanas de sol que ella trajo. Fui feliz, quizás, compartiendo el aire, el calor y  el miedo. Fui. 

 Pero solo la sagrada muerte es eterna en este mundo. Las nubes volvieron a cerrar el claro y ese rayo de sol ya no volvió más. Ya no volverá.

Sigo en este invierno eterno, en la tormenta misma. Ya más frío no puedo sentir. Ese rayo de sol fue lo único que logró colarse entre las nubes, el único calor del alma con el que arropar mi corazón. No es consuelo que haya venido a darme esperanza para desaparecer tan fugazmente como llegó. 

El invierno sigue. En mi corazón, nunca termina. 


El Gajos



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