sábado, 22 de octubre de 2016

Tal vez mañana sea un buen día, 
tal vez el sol brille y el viento susurre
tal vez las nubes se detengan solo a sonreírme ,

y el pequeño zorzal que ronda el viejo roble 
se acerque a saludarme con cariño

Tal vez al cruzar esa puerta me esperes con un abrazo tibio
que me diga que estas conmigo
que no te irás, que siempre seremos
y, de la mano, recorramos esos parques que tanto amas.

Tal vez el atardecer lo veamos junto a las olas
y sintamos al sol abandonar su nido
para despegar a una noche que no conoce,
que sueña con conocer,
y que deje en nuestras manos un puñado estrellas danzantes
pululantes a nuestros sentidos

Tal vez la luna nos sonría
con su cara seria alguna vez mas risueña, 
y nos guíe por ese sendero boscoso
que nos lleva a la montaña de nuestros sueños.


Tal vez pases conmigo esa noche,
y durmamos juntos sobre una cama de helechos

abrazados al retumbar constante de mi pecho
y a los tranquilos ruidillos del tuyo

Tal vez me digas que me amas, 

como un susurro secreto al oído
tal vez mire tus ojos y te diga yo lo mismo
mientras nuestras almas dancen bajo un techo de estrellas.

Tal vez dejes de ser inconstante, caprichosa
y de una vez me digas que quieres estar conmigo,
en vez de esconderte entre silencios, ires y volveres,
desprecios, temblores, miradas, rechazos, despedidas...

Mañana será jueves, ya te habrás ido...

El Gajos


Soledad

Soledad, amada mía.
Aún recuerdo cuando te conocí.
Caminabas rampante sobre la hierba
Alzando tus brazos al sol
Dejando que la brisa acariciara tu pelo...

Yo no me acerqué a ti
tu fuiste quien vino.
Hablamos horas, y horas, y horas..
Supe de tu historia
de tus desdichas
de tus desamores
de tus miedos
de tus aprensiones
de tus caricias...

Aún recuerdo la primera vez que tomé tu mano.
La mía sudaba, la tuya estaba fría
Me miraste y sonreíste así, tímida
Cómo sintiendo la incertidumbre en mis ojos
Cómo sintiendo el descarrile en mi pecho, 
Como corriendo delante, por un camino estrecho.

Fuimos felices.
Te amé, me amaste
Fuimos uno
Fuimos cientos.
Fuimos el cielo, la noche,
las estrellas, el viento...
una cigarra cantandole al polvo, 
el rocío de la neblina al alba,
un sentir meciéndose en el viento...

Así pasamos juntos un Enero
Y otro, y otro y otro y otro
Y tu mano y la mía nunca cedieron
No hubo altar para lo nuestro
No lo necesitamos, le sonreíamos a la vida sin pensar en el resto

Pero el mundo no era tan hermoso como lo nuestro.
Nos fuimos perdiendo, ahogando, hundiendo
Fue entonces cuando decidimos caminar cerrando los ojos
confiando en que nuestros pasos sordos
nos llevaran a campo abierto

Cruzamos mares, desiertos, ciudades
y llegamos a esta montaña a ocultarnos del cielo,
cielo que no perdona, que no olvida
que nunca nos quitó la mirada de encima.

Ya han pasado eneros, y eneros, y eneros.
Ya estamos viejos.
Ya mi piel no es la de antes
Mis ojos le rehúyen a la tenue luz de los tuyos
y frente a este vació, tristes
reniegan de abrirse

Salta tu primero, para poder huir de ti.
El Gajos

A veces

A veces se aprecia la soledad, el silencio, la ausencia
Estar solo, no estar, simplemente por ser.
Abrazar el vacío, acariciarlo,
sentarse a la orilla del precipicio que construyen las emociones,
con la calma serena de sentirse en casa

A veces, el silencio quema, la tormenta nos lleva a la deriva, 
la soledad nos acaricia la frente
la ausencia nos arroja al vació
y el sentir se vuelve tortura.

Supongo que es estar vivo.
Supongo que es el no saber si existes.
Supongo que es el no saber si alguna vez te conoceré.

Hoy estoy calmo,
mañana
en llamas
El Gajos

viernes, 14 de octubre de 2016

Lobos

La jauría se ha detenido un momento. El bosque, ahora calmo, escucha atentamente el salpicar del agua mientras decenas de hocicos sacian su sed, dándome tregua para al menos recuperar el aliento.

Soy su presa.

El invierno ha sido crudo, y la manada ha sentido en carne propia la rudeza de la escasez. Tétricos huesos resaltan sobre opacos y gastado pelajes, y las grises costras que tatúan sus patas, susurran al viento la historia de la cruel realidad en la que la vida los ha abandonado a su suerte.

Una rama cruje y la persecución se reanuda.

Corro.

Entre árboles milenarios y arbustos ahogados en verde, voy evitando los sablazos de ramas y piedras. Los que esquivo, sisean tras mis orejas, mas los que impactan, van dejando finos colmillos grabados en mi piel.

La jauría se acerca y sus bramidos retumban por el bosque como hojas que cortan charcas al caer. Sus patas van marcando un camino entre el crujidero de hojas secas, salados quejidos que se van atando a sus aullidos, aullidos de rabia, de rencor, que me hacen sentir en la nuca el desquicie de sus miradas y hacen escapar de los arboles a los únicos testigos de mi huida.

El bosque amaina y, por instinto, mis pies se clavan en el suelo al tiempo que una suicida gota de sudor se arroja al barranco que me corta el paso.

Estoy atrapado.

Cada vez están más cerca.

Decisiones. 

¿Saltar al vacío o quedarse a ser devorado?

Tiemblo, con un bosque en el pecho y abismos a la deriva.


Antiguo escrito, del 2013
El Gajos

jueves, 13 de octubre de 2016

Estrella

¿Cuándo perdí el rumbo?
¿Fue acaso cuando las nubes cedieron?
¿Fue acaso cuando vi tu estrella brillar?

Aún te recuerdo. Aún te culpo.
De todo, de nada y de lo demás.
Fuiste una estrella fugaz, ahogándote en una tibia noche de enero. Fuimos estrella fugaz. Tras las nubes de la noche, yo era tu estela.

 Mas nada dura para siempre.

La noche te tragó, te llevó lejos de mi y no supiste volver cuando el sol había salido.

Aún te recuerdo. Aún te culpo.

Nunca brillamos solos en el firmamento. Siempre fuimos parte de una constelación de sueños, sueños que se apagaron uno a uno cuando ese oscuro sol hubo salido. Te llevó a otros cielos, cielos de fango, de ruina, de estrellas opacas, de vació. De sufrimiento.

Ya no volviste. ya no volverás.
Ya se que no volverás, ya es demasiado tarde para que lo hagas.

Te recordaré como fuiste.
Te recordaré como un trauma, pequeña estrella lejana.
El Gajos

lunes, 10 de octubre de 2016

Declaración de principios

A veces creo que para vivir no hay época,
que para nacer no hay tiempo,
que el hambre está ahí para recordarnos que siempre podemos morir.
A veces, también creo que afuera no hay nadie
que adentro tampoco,
que estoy solo en la multitud de mis ideas.

Esto es entonces, una declaración de principios,
un saludo a la incoherencia,
un abrazo a vagar descalzo por las paredes de mis pensamientos.

No pretendo tener sentido,
lo perdí hace ya mucho,
cuando intentaba entender porque la vida era vida.
Hoy simplemente quiero compartir mis pesares,
mis angustias, mis desdichas
mi todo al fin y al cabo.
La vida siempre es negra cuando se han ido los colores.

El Gajos.