sábado, 22 de octubre de 2016

Soledad

Soledad, amada mía.
Aún recuerdo cuando te conocí.
Caminabas rampante sobre la hierba
Alzando tus brazos al sol
Dejando que la brisa acariciara tu pelo...

Yo no me acerqué a ti
tu fuiste quien vino.
Hablamos horas, y horas, y horas..
Supe de tu historia
de tus desdichas
de tus desamores
de tus miedos
de tus aprensiones
de tus caricias...

Aún recuerdo la primera vez que tomé tu mano.
La mía sudaba, la tuya estaba fría
Me miraste y sonreíste así, tímida
Cómo sintiendo la incertidumbre en mis ojos
Cómo sintiendo el descarrile en mi pecho, 
Como corriendo delante, por un camino estrecho.

Fuimos felices.
Te amé, me amaste
Fuimos uno
Fuimos cientos.
Fuimos el cielo, la noche,
las estrellas, el viento...
una cigarra cantandole al polvo, 
el rocío de la neblina al alba,
un sentir meciéndose en el viento...

Así pasamos juntos un Enero
Y otro, y otro y otro y otro
Y tu mano y la mía nunca cedieron
No hubo altar para lo nuestro
No lo necesitamos, le sonreíamos a la vida sin pensar en el resto

Pero el mundo no era tan hermoso como lo nuestro.
Nos fuimos perdiendo, ahogando, hundiendo
Fue entonces cuando decidimos caminar cerrando los ojos
confiando en que nuestros pasos sordos
nos llevaran a campo abierto

Cruzamos mares, desiertos, ciudades
y llegamos a esta montaña a ocultarnos del cielo,
cielo que no perdona, que no olvida
que nunca nos quitó la mirada de encima.

Ya han pasado eneros, y eneros, y eneros.
Ya estamos viejos.
Ya mi piel no es la de antes
Mis ojos le rehúyen a la tenue luz de los tuyos
y frente a este vació, tristes
reniegan de abrirse

Salta tu primero, para poder huir de ti.
El Gajos

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